SUDÁN Y EL FUEGO

La tierra en Sudán es similar a la que caminé en Mauritania. Una capa amarilla besa su suelo como si fuera una dama que se viste de oro para recibir a sus invitados. Sus gentes huyen del fuego, como otros pueblos lo hacen de la nieve. Un fuego que cae a chorros furiosos desde el cielo resplandeciente. La diferencia es que a Sudán le baña el Nilo y eso hace que el verdor rompa la monotonía del desierto regalando un ligero atisbo de esperanza.

Es muy complicado viajar a Sudán en este momento (principios del 2023) si no se tienen conexiones dentro del país o se accede a pagar grandes cantidades a las cuatro agencias que mueven el turismo allí. Aún con ello, la escasez de infraestructura turística, la excesiva burocracia y la continua sospecha de ser un espía por parte de las autoridades, hacen que moverse por Sudán sea una verdadera aventura. Esto hace que viajar sea agotador, pero también que sea tan especial que no se quiera regresar. Uno de los países más fascinantes de África solo para nosotros. Eso sí, nos limitamos a viajar a la costa y al Norte, ya que Darfur y las zonas limítrofes con Etiopía y Sudán del Sur no son seguras.

En la capital, Khartoum, hay varios museos que se pueden visitar, aunque tan solo encontramos abierto el Museum of the Khalifa´s House, un museo sobre el líder religioso sufí Muhammad Ahmad. Disfrutamos de las vistas de toda la ciudad desde el hotel Corinthia y navegamos por el Blue Nile en uno de los barquitos que ofertan los restaurantes de las orillas. Pero lo mejor de Sudán, es su generosa gente y su maravillosa gastronomía (mucha de ella vegetariana!): tamía (falafel), fuul (mezcla de alubias con verduras y queso), diversas ensaladas como la ensalada negra de berenjena o la ensalada de yogur, sopas de lentejas, etc.

En nuestro viaje hacia el norte del país fue una verdadera delicia explorar las elegantes pirámides de Jabel Barkal. Ascender la montaña sagrada del reino de Napata, cuna del Dios Amon, y observar la extensión de terrenos y templos que un día fueron adorados por los súbditos de los Faraones Negros.

En el Norte también nos perdimos entre los secretos de Begarawiyah, conjunto de pequeñas pirámides que nos llamaron la atención un poquito menos que las de Jabel Barkal, a pesar de ser Meroe especialmente conocido por éstas. No puedo ofrecer recomendaciones de hostales, pues en estas zonas solo se encontrarán de dos tipos. Los hoteles de lujo, como la Nubian Rest House en Karima (a casi 300 euros la noche/persona) y los hostales destinados a la población local, donde la limpieza y la comodidad brillan por su ausencia (alrededor de 15 euros la noche/persona). Por supuesto, estos últimos son los que elegimos nosotros 🙂

Lo más mágico de nuestro viaje quizás fue adentrarnos en las cristalinas aguas del Mar Rojo. Penetrar las profundidades y bucear hasta toparnos con El Pecio del Umbria, un antiguo buque de carga italiano que fue hundido durante la Segunda Guerra Mundial. Es inexplicable hallarse a tantos metros bajo el agua, en el interior del esqueleto de un barco tan antiguo, rodeada de corales brillantes y de cientos de peces de colores. ¡Una experiencia de ensueño! Eso sí, aún no sabría decir si recomiendo el Red Sea Diving Center, la agencia con quien hice buceo. Por una parte, gracias a ellos pude sumergirme en una de las zonas marítimas más bellas del mundo. Por otra parte, apenas me explicaron nada acerca de cómo bucear. Si no llega a ser porque me acordaba de la ocasión en que lo hice en Filipinas cinco años atrás, podría haber sucumbido a un caprichoso ataque de pánico bajo el agua. Por suerte, todo fue bien 🙂 Aparte del buceo, no hay mucho más que hacer en Port Sudan. Pasear por el puerto, comer dulces típicos, tomar un café frente al mar. Una existencia sencilla comparada con la dificultad de llegar hasta ella. ¡Un vuelo súper caro desde Khartum y miles de papeleos para poder volar incluso teniendo el visado! Pero, desde luego, merece la pena.

Visitar Sudán ha sido increíble por muchas cosas. Aunque la más hermosa ha sido ser tan bienvenida por la familia más acogedora del mundo y celebrar la vida en lugares en los que hace años no hubiera podido ni imaginar. Quizás lo más especial de todo haya sido haber podido presenciar un jirtig, una boda tradicional sudanesa, y que, días más tarde, la madre de mi pareja decidiera hacerme de sorpresa una fiesta similar para celebrar nuestro amor. Inesperado y fascinante vestirse, bailar, comer y reír como ellos lo hacen. Protagonista de una aventura que solo puede ser un regalo de la vida.

Gracias a Sudán y a su gente por recordarme la importancia de amar la dificultad porque en ella se encuentran verdades que aquí a veces se nos olvidan

Un comentario en “SUDÁN Y EL FUEGO

  1. Rosa dijo:

    Como siempre un placer viajar por el mundo a través de tus palabras y con tus ojos. La emoción que trasmites y la dulzura con que lo cuentas es un aliciente mas para seguir viajando contigo mediante tus relatos y tus fotografías. No hace falta salir de casa para soñar con esas aventuras que evocas y que nos hacen disfrutar. Gracias

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