Antigua y moderna, templo de dioses y hogar de reivindicaciones. Su aroma a libertad nutrió nuestra curiosidad, así como las piedras viejas y los rostros de la esperanza que comenzaba a fraguarse en los descendientes de su sabiduría. Atenas ayer, hoy, mañana. Atenas siempre.
Tras nuestra impresionante visita a Meteora y después de 5 horas de carretera junto a una pareja de españoles llegamos a Atenas. La capital de Grecia nos acogió con muy buena temperatura. Al disponer de 2 días para saborearla decidimos empezar haciendo un free tour.
Junto a nuestra guía descubrimos gran parte de las ruinas griegas. Recorrimos el Acrópolis, el Panteón, el templo de Hefesto, el estadio, la colina de Philopappos y multitud de rincones llenos de historia. Las vistas desde el Acrópolis son impresionantes. Quedamos maravillados con la energía del lugar; la confluencia de sensaciones, la historia y el presente, lo nuevo y lo viejo, la belleza y la realidad.
Nos hospedamos haciendo CouchSurfing, ya que Grecia funciona a las mil maravillas. Paradójicamente nos acogió un sirio que vivía en Atenas desde ya hacía unos años. Fue muy amable con nosotros y nos introdujo por primera vez el irresistible sabor del té dulzón.
La ciudad es enorme, imposible de visitar solo en un par de días. Nosotros aprovechamos el tiempo al máximo, recorriendo diversos barrios. Nos enamoramos de la zona de Monastiraki y el barrio Exarchia, famoso por dar cobijo a la primera sede de Syriza y por ser el barrio Anarquista de Atenas. La ciudad por lo general es cara, aunque eso no nos impidió degustar su famosa Moussaka y sus deliciosos platos vegetarianos con eggplant (berenjena) y demás verduras.
Antiguamente os comentamos que preferimos evitar las capitales al viajar, pero Atenas es merecedora de visitar con tiempo, ya que su arquitectura e historia son apasionantes. Si sois amantes de la mitología griega os encantará caminar por el Acrópolis, ver el templo de Zeus o el de Atina, y si no lo sois, os recomendamos que leáis alguna historia de los dioses griegos para impregnaros de la esencia de sus ruinas.
Otra cosa bohemia y relajada es subir algunas de sus colinas o pasear por el Pireus, su puerto, y si andáis por sus muelles siempre podéis preguntar los precios para ir a algunas de las islas más bonitas del mundo, como Paros o Santorini.
Más que invitarnos a reflexionar, soñar o dibujar, Atenas nos incitó a la aventura. A ir y venir, perderse y encontrarse en sus plazas, husmear en los mercados, arrancar algún que otro relato de las bocas amigas y a, sobre todo, sentirse parte de la Cuna de la Cultura, de la Cuna de la Democracia, de una de las capitales con mayor historia del mundo. La tierra de los Dioses y la mitología, pero también la del inicio de la filosofía, del apogeo del raciocinio sobre la religión, la de las escuelas y los alumnos. Los atenienses son amables y luchadores, sueñan y trabajan por una sociedad mejor. Y, a pesar de las desavenencias, no permiten que se curven sus sonrisas. Ejemplo y admiración. Recuerdo para la eternidad. Hasta siempre, Atenas.